Mucho hemos escuchado que hay que seguir a quienes son influyentes. Que la vida esta hecha de relaciones. Nada mas cierto y en las redes sociales aplica esto igualmente. Pero quizás es hora de poner todo en su justa dimensión. Casi ninguno de aquellos que llaman “influyentes” en las redes sociales lo son porque poseen un don divino o porque son los más grandes en algo. En realidad cualquiera puede serlo. Si. Es una afirmación un tanto atrevida pero cierta.
No es que esos agentes influenciadores no sean reconocidos como lideres en la era 2.0, y que con sus opiniones pueden dar relevancia a ciertos tópicos, ayudándoles a crecer u opacándoles con una mala opinión. Eso es cierto. Pero definitivamente no tienen el monopolio de la difusión de las ideas, modas o tendencias. Cualquiera de nosotros sin tal reconocimiento podemos ser tan o más influyentes en determinados momentos.
Con la consolidación de las redes sociales las recomendaciones de amigos y conocidos se han hecho de vital importancia para visitar un restaurant, comprar determinada marca de ropa o incluso elegir el lugar que será nuestro destino para el próximo viaje de fin de semana. Y esto es obvio pues cualquiera de nosotros tenemos un circulo de amistades y sobre ellos podemos ejercer más influencia que el mayor blogero o twittero que conozcamos. Todo cuenta y justamente cualquiera de nosotros podemos asegurar los efectos largos y sostenidos de una idea. Consiente o inconscientemente.
La verdadera influencia causa acciones medibles, da resultados y es muy diferente de la popularidad o la moda que sólo son pasajeras y no dejan mayor cosa en nuestras mentes. La influencia es cuando la gente habla de algo y busca difundirlo. La popularidad es un concepto estático, que puede ser apreciado, pero no retweeteado, no viralizado... Y eso hace la diferencia entre una recomendación paga a un verdadero consejo de amigo.
Entonces cuando quieras un consejo puedes fácilmente dejar de lado a esos famosos influenciadores y escuchar a quienes sigues en Twitter, por ejemplo, (en los que confíes de verdad) o bien puedes difundir cualquier comentario, idea o pensamiento que te parezca interesante. La influencia no es un estado pasivo, sino un esfuerzo. Requiere construir relaciones sólidas y sostenibles con los miembros activos o solidarios de tu comunidad.
Este es uno de los retos que todo estratega de Social Media debe afrontar, pues la verdadera influencia comienza como algo gratis... sólo por placer. Un placer viral.
No es que esos agentes influenciadores no sean reconocidos como lideres en la era 2.0, y que con sus opiniones pueden dar relevancia a ciertos tópicos, ayudándoles a crecer u opacándoles con una mala opinión. Eso es cierto. Pero definitivamente no tienen el monopolio de la difusión de las ideas, modas o tendencias. Cualquiera de nosotros sin tal reconocimiento podemos ser tan o más influyentes en determinados momentos.
Con la consolidación de las redes sociales las recomendaciones de amigos y conocidos se han hecho de vital importancia para visitar un restaurant, comprar determinada marca de ropa o incluso elegir el lugar que será nuestro destino para el próximo viaje de fin de semana. Y esto es obvio pues cualquiera de nosotros tenemos un circulo de amistades y sobre ellos podemos ejercer más influencia que el mayor blogero o twittero que conozcamos. Todo cuenta y justamente cualquiera de nosotros podemos asegurar los efectos largos y sostenidos de una idea. Consiente o inconscientemente.
La verdadera influencia causa acciones medibles, da resultados y es muy diferente de la popularidad o la moda que sólo son pasajeras y no dejan mayor cosa en nuestras mentes. La influencia es cuando la gente habla de algo y busca difundirlo. La popularidad es un concepto estático, que puede ser apreciado, pero no retweeteado, no viralizado... Y eso hace la diferencia entre una recomendación paga a un verdadero consejo de amigo.
Entonces cuando quieras un consejo puedes fácilmente dejar de lado a esos famosos influenciadores y escuchar a quienes sigues en Twitter, por ejemplo, (en los que confíes de verdad) o bien puedes difundir cualquier comentario, idea o pensamiento que te parezca interesante. La influencia no es un estado pasivo, sino un esfuerzo. Requiere construir relaciones sólidas y sostenibles con los miembros activos o solidarios de tu comunidad.
Este es uno de los retos que todo estratega de Social Media debe afrontar, pues la verdadera influencia comienza como algo gratis... sólo por placer. Un placer viral.
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